martes, 29 de marzo de 2011

CRÍTICA DE CINE: SUCKER PUNCH (2011)

Título Original                  Sucker Punch
Año                                   2011
Duración                          109 min.
País                                  EEUU
Director                            Zack Snyder
Guión                               Zack Snyder, Steve Shibuya (Historia: Zack Snyder)
Reparto Principal             Emily Browning, Vanessa Hudgens, y Abbie Cornish
Género                             Fantástico. Acción.


Valoración 4 de 10


[(Vídeo-juegos + manga + fetichismo) - (Guión + diálogos) ] x pretenciosidad = Orgía Visual hueca y empachosa


Estamos ante la 5ª película de Zack Snyder. En esta ocasión tras hacérnoslo pasar mal con la estupenda re-visión de "El Amanecer de los Muertos" (2004), hacernos vibrar con la espectacular "300" (2007), demostrando verdadero valor al adaptar (y bien) la obra maestra de la novela gráfica "Watchmen"(2009), o mostrando una preciosista sensibilidad en "Ga'Hoole: La leyenda de los guardianes"(2010), nos sumerge en un universo kitsch, donde mezcla diversas fuentes estéticas como son los manga japoneses, los video juegos o incluso las películas clásicas de terror de la Hammer. Todo aderezado con altas dosis de imágenes fetichistas, y por su particular estilo, donde las batallas en cámara lenta, los ángulos contrapicados, y los encuadres enrevesados predominan en una película que es ante todo estética.

El hilo conductor es el de una joven en los años 50, que al ser encerrada en una institución psiquiatra por su padrastro con la intención de que le hagan una lobotomía, se sumerge en un universo mental paralelo donde pretende escapar.

Aunque el arranque es espectacular e impactante, lo cual promete, y la premisa no esté mal (aunque para nada novedosa como se pretende), el film se desarrolla de una manera infantil, simple, y sin sustento argumental sólido. Y lo que es peor no hay empatía por los personajes, o lo que es lo mismo, al espectador no le importa lo que le suceda a los personajes desde un poco antes de la mitad de la película. Esto es debido al excesivo desarrollo del argumento como un video juego donde las protagonistas hacen una y otra vez lo mismo, con "vidas infinitas", lo que además de aburrir hace que pierda emoción, la emoción de la derrota, la emoción de la incertidumbre. A esto hay que sumarle que los personajes se diluyen en un guión flojo, repetitivo y sorprendentemente predecible, unos diálogos infantiloides, y una estética que literalmente "devora" la trama y por extensión a toda la película. Para cuando se pone "seria" la historia ya es tarde, y sientes que has perdido el tiempo, ni siquiera su final medianamente digno la salva.

Estamos ante una película que pudo haber sido mucho más, incluso una película generacional. Su estética tan comentada no disgusta, aunque está claramente orientada a un determinado público. Pero sin embargo le falta un guión sólido, un argumento mejor entramado y unos personajes que empaticen con el espectador. Además es una película que se pierde en su pretenciosidad y estética grandilocuente, intentando venderte algo como novedoso, aunque el pastiche videojuegos + manga, ya se ha hecho antes y de mejor forma (sólo hay que echar un vistazo a "Scott Pilcrim"...), al igual que las historias dentro de psiquiátricos y juegos mentales (por poner un ejemplo la reciente y magnifica "Shutter Island" de Martin Scorsese), y que se salpimiente con fetichismo erótico, pudo haber sido interesante pero en una película que en conjunto hubiera sido de mayor calado.




Por lo que se puede resumir mi opinión de "Sucker Punch" de Zack Snyder en la siguiente fórmula:

[(Video-juegos + manga + fetichismo) - (Guión + diálogos)] x pretenciosidad = Orgía Visual hueca y empachosa

martes, 15 de marzo de 2011

Crónica de un comisario de arte 2.0 en DEARTE. Día 2 (parte 1ª)

Día 2: La Inauguración

18 de Febrero de 2011

El despertador del móvil sonó como siempre suenan los despertadores: antes de lo deseado. Aun tenía el iphone pegado a la cara desde la noche anterior. Noche en la que intenté escribir las crónicas del día pero sin éxito, pues al poco de comenzar, empecé a escribir con un ojo cerrado intentando adivinar donde estaban las brillantes letras. De fondo se escuchaba un programa de teletienda de alguna cadena de los "últimos canales" de la televisión, los que sólo sirven para  hacer la "ronda noctámbula", aquella que con el tiempo se convierte en un ritual antesala al plácido sueño. Así me vi, con un ojo cerrado, el otro medio cerrar, con la mano izquierda tanteando la cama buscando el mando a distancia para apagar la televisión tras la "ronda" de canales, y con la derecha sujetando el móvil, el cual poco a poco se iba cayendo, hasta que finalmente se topó con mi nariz, al mismo tiempo que la punta de mis dedos de la mano izquierda tocaron el mando, y como de Braille se tratara lograron encontrar el botón de apagado. Apagué la televisión, dejé caer mis dos brazos, y el móvil se quedó haciendo equilibrismo en mi cara hasta que tocó una “campanita”, la cual me arrebató de un plumazo del reino de Morfeo.  Acababa de empezar mi segundo día de exposición: La inauguración.

Me levanté, me aseé, y busqué la ropa que me pondría. En esa ocasión me calcé unos zapatos negros relucientemente nuevos, y mi más terrible error. Me puse un pantalón gris oscuro, un cinturón negro, a juego con los zapatos, camisa clara con rallas negras y forro morado, una corbata también azabache, cuyo nudo aprendí hacer en youtube, y una chaqueta a juego con los pantalones. Inicialmente me iba a poner una chaqueta blanca inmaculada, pero aconsejo a los viajeros revisar los botes que lleven en la maleta, pues pueden llevarse una sorpresa si no los tienen cerrados del todo. Y lo que era inmaculado, se quedó tan sólo en "culado", pero me ahorro las descripciones escatológicas.

Así, como un pincel, aseado y enfrascado en colonia Massimo Dutti, me dirigí caminando hacía la feria. Eran las 9 de la mañana.

La feria se inauguraba a las 11 de la mañana, pero preferí ir un par de horas antes, para ultimar los preparativos y ver si hacía falta en algo. Cuando llegué al jardín no pude evitar mirar la escultura que casi me deja sin mano el día anterior, pero ahora con una cierta prematura melancolía. Siempre que estoy sólo ante una escultura o una pintura, las siento "vivas" e incluso  "hablo" con ellas, a veces con susurros, otras veces con la mirada, y otras sólo con el pensamiento. Y siempre les hablo como si las conociera de toda la vida, con complicidad, con camaradería. Y en esa ocasión le guiñé un ojo a la colosal escultura, y le dije "¿Cómo estás chico?" Y pensé que me decía "Bien,  intentando escapar, pero nada, ya ves...".

Paseé ligero por el jardín. Y entré atravesando el primer rellano hasta llegar al vestíbulo de la entrada de la exposición este año, ya que realmente es la puerta de salida al jardín, pero como digo este año es por donde se entra en vez de por la puerta principal o delantera.

En el vestíbulo es donde estaba el área de  "mis" artistas: Casto Solano, Alfonso de la Vega, o Angela Teneussien.

Saludé a los guardias, y miré toda la exposición, dando lo que se llama en cine "un paneo" de derecha a izquierda, ya que el vestíbulo de entrada estaba en la planta más alta, de los 3 niveles que consta la zona expositiva reservada para la X Feria DEARTE en el palacio de congresos.

Miré maravillado la "ciudad", aun siendo retocada por una treintena de operarios para vestirla de largo ante el inminente estreno.

Respiré hondo, aún olía a pintura, a plástico y madera. Una especie de alegría me recorrió el cuerpo. Era como una descarga eléctrica que iba del pecho hasta el estómago. Y no era porque no hubiera desayunado, pues no suelo desayunar,  sino emoción de lo que iba a ocurrir. Emoción que se incrementó al fijarme en mi área, la que tomó forma la noche anterior, pero que hacía meses que había adoptado forma en mi mente. Estaba situada en la planta superior, la cual estaba conformada por un corredor longitudinal, donde los muros blancos de 3 metros de largos, habilitaban especies de celdas más o menos rectangulares, en las que por lo general habían de media 4 artistas. Predominaban los pintores, contando en esta zona tan sólo 3 escultores. La recorrí rápidamente, para luego disponerme hacer una visita rápida a la feria antes de su inauguración.

A través de una amplia escalera se accedía a la planta intermedia. Era la planta más amplia. Tal y como bajabas las escaleras, a la izquierda estaba el stand de Toni Font. Un joven talentoso, muy simpático y campechano artista, el cual ganó el premio un "Futuro DEARTE", concedido al mejor creador menor de 35 años. Además de una placa personalizada, ganó el poder tener todo un stand para él. 

Dejando atrás el stand de Font, podías ir a la derecha donde estaba el stand de jóvenes maestros. Allí me enamoró una escultura de César Orrico. Un busto de un hombre que parecía surgir de un madero calcinado, y de una mirada intensísima que me atrapaba cada vez que pasaba por delante. También podías ir a la izquierda y bajar a la tercera planta, o seguir recto y encontrarte con el stand dedicado a Elena Asins, autora pionera en el uso de la  informática para crear arte, y a la cual le concedieron este año el premio "Una vida DEARTE".

Justo enfrente del stand de Asins nos encontramos una gran extensión expositiva donde estaban las instituciones  como la "Casa de Velázquez",  "Medinaceli DEARTE" o el "Ayuntamiento de Soria, y galerías de arte como Dionís Bennasar.

A la tercera planta, se bajaba por dos escaleras. O bien tomabas las que se encontraban junto al stand de Elena Asins, o unas que están paralelas a éstas, que se accede por detrás del stand de la galería Dionís Bennasar.

Esta tercera planta es donde se encontraban las principales galerías como la de Maika Sánchez (aquí se encontraba la genial y sobrecogedora obra escultórica de Julián Ortiz), Galería Maes, AC Gallery, Juca Claret (donde se podía disfrutar del intenso color de la obra de Alejandra Quirós, una artista que irradia luz, fuerza, color y simpatía en sí misma como en su obra), Omnium Ars (galería que acogía la obra de Evdokim Perevalsky que simplemente me hipnotizó) o Borrón 4.

Pero también es la planta en el que Jesús Azogue dispuso sus innovadoras obras: E-tree y Tips to get through the crisis, o donde pude disfrutar como un niño con las obras traídas por la "Fundación Buitrago" de Picasso. Sí, aquellas obras que regaló a su barbero, Eugenio Arias.     

He de decir que aunque mi primera intención era visitar la feria antes de su inauguración, no pudo ser así, y que la descripción antes dicha es el resultado de haberla visto "por episodios" a lo largo de los 3 días.

Volvamos pues al principio.

Hostal. Jardín. Vestíbulo. Miro la exposición desde arriba. Respiro hondo.  Emoción. Y ¿Ahora qué hago? ...

Me tropecé con José Luis, el muchacho simpático y trabajador de la Fundación Medinaceli, como siempre atareado poniendo cuadros en la zona de la Fundación y del Ayuntamiento de Soria. En una mano un martillo, en la boca unos clavos, en la otra un nivel. Vamos, como lo había dejado por la noche. Le pregunté a qué hora había acabado la jornada anterior, a lo que me respondió que sobre las 12, pero que hubo gente como el mismo Miguel Tugores, el director, que se quedó !hasta las 3 de la mañana¡ En ese preciso momento me tropecé con Aurora, la coordinadora de la Fundación DEARTE, siempre amable, aunque agobiada por tener mil tareas realizándolas a la vez, hablando con unos allí, con otros a través del teléfono, resolviendo dudas, tomando decisiones... la frase que más oí en toda la Feria fue "Aurora me puedes..." Al fin le pregunté como en la tarde anterior "¿Qué hago?" pero casi al instante de preguntarle me vino a la mente que minutos antes me había llamado Alfonso de la Vega para decirme que vendría un poco más tarde, y preguntarme si se había pintado las marcas de lápiz que dejamos en la pared cuando colgamos sus cuadros. Por lo que cambié la pregunta.

- ¿Donde están los pintores para que pinten las marcas de lápiz de la pared?
- No lo sé. Mira abajo. O también puedes coger un pincel y darle un brochazo.

Al ver lo atareada que estaba, no quise contribuir más a su agobio, y como todo el mundo comenzó a entrar en una espiral frenética de nervios, quise ser más una ayuda que un estorbo.

- No te preocupes, ahora lo hago yo - le dije a Aurora resolutivamente-
- Ok - y salió corriendo hacia abajo, contestando a una llamada de otro comisario inquieto.

Cuando estaba ya a unos metros caí en la cuenta que no sabía dónde estaban los pinceles. Por lo que no tuve más remedio que preguntárselo gritando. A lo que me respondió, con un grito similar: "Búscalos".

Durante unos segundos sintiéndome idiota y completamente paralizado, me planteé dónde demonios podía encontrar pintura y pinceles en medio de aquel torbellino de movimiento. Me miré de arriba a abajo. Pensé "Vaya uniforme para pintar". Me pregunté "¿Y si me mancho?" A lo que a continuación me vi a mi mismo manchado en mi primer día como comisario de arte. La respuesta fue inmediata: "Tengo que tener cuidado". Me encomendé a todos los santos, y me dispuse a dejar de ser una estatua más de la exposición y ponerme a la acción.

Bajé a la segunda planta, pregunté a una simpática mujer, y ésta me remitió a un chico que estaba haciendo lo mismo que iba hacer yo. Como todos, estaba nervioso y apresurado, pero muy amablemente me dio un bote de pintura blanca y un pincel, avisándome que tuviera cuidado porque se había mezclado algo de pintura roja. Así conocí a Toni Font... Tras darle las gracias me fui corriendo a la pared de Alfonso para pintar las señales que dejó el grafito. Me “remangué” y comencé a pintarlo sin problema alguno pues estuve durante muchos años ayudando a mi padre a pintar pisos, y gracias a esa experiencia no tuve que lamentar el ensuciarme. Tras terminar le devolví el pincel y el bote de pintura a Toni, y se lo volví agradecer.

Ya que estaba abajo fui al stand del  Ayuntamiento de Soria para ayudar a José Luis, pero por el camino volví a cruzarme con Aurora, que me dijo que me fuera a mi área pues ya estaban empezando a llegar gente. Volví corriendo escaleras arriba donde me crucé con María, historia del arte gallega, y la diseñadora gráfica que había realizado el catálogo de la feria. La conocí el día anterior. Muy trabajadora, ayudaba en todo lo que hiciera falta bien sea colgando cuadros, o en la puerta de entrada dando los tickets. Nos intercambiamos unos breves saludos, y continué mi camino.

Al llegar a “mi sitio”, comprobé que estaba perfectamente colocada la mesa con los catálogos de la Feria, y las dos sillas, justo bajo los lienzos de Alfonso de la Vega y de sus muros más blancos gracias al pincel de Toni Font y de mi mano. Era mi "fuerte", mi "Castillo", mi "hospital" … pues  comprobé horrorizado que los zapatos nuevos me habían hecho rozaduras en los talones. Más que rozaduras, me los habían literalmente "rajado" los pies. Ya eran las 11 de la mañana, comenzaron a entrar los primeros visitantes. Eran las 11:01, sólo había pasado un minuto de Feria, y apenas podía fingir un dolor tremendo. Sonreí al primer visitante que pasó a mi lado. Me esperaba un largo día.



miércoles, 9 de marzo de 2011

Crónica de un comisario de arte 2.0 en DEARTE. Día 1

Lo prometido es deuda, y por ese motivo os voy a narrar mi experiencia en la X Feria DeArte. 

Día 1: El Montaje

17 de Febrero de 2011

Después de varios meses de gestión con instituciones tanto públicas como privadas, y artistas individuales, por fin pude materializar tanto trabajo y esfuerzo. Y mucho más, pude demostrar cómo se pueden unir arte y las nuevas tecnologías de la información, como son las redes sociales profesionales, ya que a la feria asistieron artistas que gestioné desde Linkedin y Facebook mayormente, al igual que asistieron potenciales compradores después de entablar contacto por estas vías. Y sin contar que tuve la oportunidad de conocer en persona a varios de los artistas y críticos con los que diariamente trato por medio de esas redes sociales.

A la Feria tuve que ir en el llamado "modo económico " (bonito eufemismo de "en plan pobre"), por lo que fui en autobús desde Sevilla a Madrid, vamos 6 horas de nada...las cuales intenté reflejar en tiempo real a través del Twitter y del Facebook, como ejercicio previo a esta crónica. 

Durante el viaje, mientras escuchaba música, ora de los 80 ora Heavy (así soy de esponja musical), pensaba en futuros proyectos, algunos hablados con ciertos artistas, y otros con galeristas o profesionales del arte. Y sobre todo en la feria a la que me dirigía.

Al llegar a Madrid, con los huesos algo descolocados, bajé al metro (previo paso casi obligado por el wc, tras las últimas 3 horas sin haber ido, ya que me niego a ir al del autobus, pues la puntería no es mi fuerte). En el trayecto corto del metro, tras unos twitter informando de mi avance en la aventura, también usé programas como Obliquo para localizar online dónde iría a comer, o las propias páginas amarillas online. Sí, mi estómago estaba deseando que encontrara un lugar idóneo. Aunque mi cabeza prefería una breve siesta reponedora. Intenté saciarlos a los dos. En 15 min.  ya estaba en la estación de metro "Estrecho" en Bravo Murillo,  a unos 5 min de mi hostal el cual a su vez estaba a 15 min. andando del Palacio de Congresos, donde se celebraría la X Feria DEARTE. Eso me permitió dormir más tiempo (al no tener que levantarme pronto para coger el metro), estirar las piernas, despejarme con el "fresquito" madrileño y ahorrar.

Tras dejar las maletas fui a comer a un "chino" que había en frente (he de decir que me encanta la comida oriental, sin importarme lo que se diga sobre ella). La comida fue breve, pues tenía que dormir algo, y ese "algo" fueron finalmente 30 min. después de los cuales salí corriendo hacía el palacio de congresos, que en efecto estaba a 15 min. 

Nada más llegar, a las 6 de la tarde, me sorprendió que hay arte por todos lados, hasta en los lugares más insospechados. Entré por la puerta principal, pero un guardia de seguridad muy amable me comentó que se entraba por detrás. Acto seguido, y después de mis "gracias", me preguntó:

- Tu ¿A qué te dedicas?

- Soy comisario de arte

- Y ¿Eso qué es?

- Vendo las obras de los artistas en galerías y las ferias de arte.

Tras quedarse un minuto pensativo me dijo:

- Pues yo soy artista y tengo mi propia galería de arte 

Me quedé boquiabierto, ya que tal vez por un prejuicio estúpido no podía imaginarme que aquel hombre de mediana edad, bajito y de rostro bonachón, vestido de uniforme, con su porra y todo, fuera artista y menos que tuviera una galería. No volveré a cometer el error de prejuzgar. Tras un minuto en silencio, tal vez el tiempo para que yo reaccionara, me sorprendió una vez más diciéndome:

- Lo que pasa es que no vendo nada, y quisiera que me ayudaras. Pero como ahora no tenemos tiempo y el sábado me toca vigilar la Feria, me paso y te comento.

Sorprendido. Esa fue la palabra. Y sorprendido me dirigí hacía la parte trasera.

Lo que vi al llegar me dejó asombrado: Era como en las películas del oeste en el que los peregrinos construyen su ciudad. Exactamente igual. Estaban construyendo una ciudad de la nada. Era genial. Todo el mundo nervioso, moviéndose de un lado a otro. Albañiles levantando muros blancos, virginales, gracias a los pintores de los llamados de "brocha gorda", con todo mi cariño pues mi padre era pintor de este tipo, y también tienen mucho arte. Los electricistas poniendo los focos colocados en rieles en el techo y a un metro de la obra, para que pudiera resaltarse la misma. Los artistas llevando bajo el brazo sus cuadros, los organizadores orientando, clavando clavos en los muros, poniendo cuadros y ayudando a mover las esculturas. Olor a pintura fresca, y al plástico que cubría todo el suelo para no mancharlo, y que daba la impresión que era el mar, pues con el aire provocado por las personas al pasar rápido se levantaba unos centímetros del suelo, pareciendo olas. 

Y yo parecía un fantasma, o Paco Martinez Soria cuando llega a la ciudad. Hasta que espabilé, busqué a Aurora, la coordinadora de DEARTE, y le dije sin más: 

- ¿Qué puedo hacer? 

- ¿Ayuda a Andrés a llevar una de sus esculturas?

- !Perfecto¡- Le respondí. 

Me presentó a Andrés. Un escultor muy simpático y dicharachero, al que acompañé a su furgoneta, junto a 2 operarios más, aparcada en la puerta del palacio. Pensaba, aun no sé porqué, que sería una escultura mediana. Hasta que vi la obra, medio torso de un hombre gigante, que ocupaba toda la furgoneta. Me tembló todo. Pero estaba motivado, así que entre los 4 la cogimos, y la llevamos "a pulso" (el mismo "pulso" que se me puso a cien por segundo debido al esfuerzo, ya que pesaba "un quintal"), hasta su pedestal que se encontraba en el patio trasero del Palacio. La escultura en sí, era de un hombre calvo, de inmaculada escayola blanca, que parecía que salía de su base. Era muy interesante, y durante la feria mucha gente me preguntó por ella, no sin que siempre me acordara de lo que costó ponerla en su sitio. Volviendo a la "colocación" de dicha escultura, cuando estábamos en la maniobra de ponerla (que era de extrema delicadeza para no romper los dedos de la misma los cuales encajaban al milímetro con el pedestal), con más pena que gloria, me suena el teléfono. Era mi querido Alfonso de la Vega, el pintor que representaba. Y cómo no quería dejarlo esperando, cogí el teléfono con una mano, mientras con la otra soportaba todo el peso que antes me repartía  entre las dos. Hablando fatigado, le indiqué por donde debería entrar.  Finalmente, después de casi pillarme la mano, la escultura más o menos se quedó fijada. Y me pude retirar jadeando, hasta el interior para recibir a Alfonso.

Cuando entré, Aurora me explicó cual sería mi "área" donde estarían "mis artistas", es decir Alfonso de la Vega, Casto Solano y Josep Cárceles (el cual lamentablemente no pudo asistir). Pero que además llevaría a todos los artistas de esa zona, como a Angela Teunissen y sus increíbles vídrios que representaban emociones humanas, o las geniales esculturas de Jesús Curiá donde el dinamismo y la inmovilidad se entremezclaban.

Cuando llegó Alfonso, ya hacía unos minutos que había oscurecido, y que había comenzado a llover. Aparcó en la puerta del jardín, y corriendo entre los dos llevamos al interior del recinto sus obras para que no se mojaran. 6 maravillosos lienzos repletos de color.  Los dejamos junto a su pared. Y al poco tiempo llegó el Vitoriano Casto Solano. Había aparcado en la misma puerta de entrada del Palacio, es decir dentro del jardín en la parte transitable por coches, pero que era una zona restringida, por lo que tuvimos que sacar sus esculturas rápidamente pues allí no se podía estar mucho tiempo. Y sacar dos esculturas de bronce de tamaño natural,  a "toda prisa", tiene su mérito. Así pudimos entrar en el palacio a "Justicia"  y a "Ondarroako Neskatilak", las que fueron el foco de atención durante toda la feria por su increíble realismo, y a las que pronto "bautizaron" como "la niña" y "la mujer" respectivamente.

Para Casto, además de su espacio, podía disponer de todo el vestíbulo de la Feria, por lo que mi "área" fue de la mejor situada, al estar como digo  en la entrada.

Mientras Alfonso y yo pensábamos dónde situar sus lienzos, para que fueran más atractivos, y dejaran "respiro visual", Casto veía dónde colocar sus obras, moviéndolas de aquí a allá, recolocando los focos, para ver la mejor iluminación sobre sus esculturas. 

El espacio de Alfonso también había crecido, pues pudo usar el de Josep Cárceles, que como he dicho no pudo venir. Así que comenzamos a nivelar, marcar y clavar clavos en los dos lienzo de pared, para poner los 6 cuadros que expondría. Para este trabajo tuve la gran ayuda de José Luis, de la Fundación de Medinaceli, y que desde entonces estuvimos juntos mucho tiempo, ayudándonos en lo que podíamos.

Y al cabo de poco tiempo, desde que comenzamos a poner las obras, apareció Miguel Tugores, director de la Fundación DEARTE, y responsable de la Feria. Tras presentarle a Alfonso y a Casto, se fue a organizar todo. Un trabajo realmente titánico, por lo que no me extraña que pareciera nervioso. Era difícil dar órdenes a todo el mundo, para que todo estuviera perfecto. Cambiar la posición de cuadros, comprobar que todas las obras habían llegado, y que todos los stand estaban según lo establecido. Coordinar a los albañiles, pintores y electricistas, y responder a las miles de preguntas que todos los comisarios teníamos sobre dónde poner las obras de nuestros artistas. Además, trabajó como el que más, siendo un hombre de una cierta edad, y de aspecto a priori frágil, se agachaba, cogía clavos y ponía cuadros, movía esculturas etc. vamos un ejemplo a seguir.

La "ciudad" que al principio describía, tomaba forma. Mi área se llenaba de esculturas y color. Conocí a otros artistas, a otros comisarios de arte, a mis compañeras de la Fundación que siendo "voluntarias" trabajaban duro como las que más, y que durante toda la feria estuvieron al pie del cañón recibiendo a las cientos de personas que vinieron.

Las obras de Alfonso ya estaban perfectamente alineadas y colocadas. Casto, aun no muy convencido, dejó posicionada sus esculturas. Los demás artistas de mi "área" dejaron ya puestas sus obras, y los que no pudieron venir, se las puse yo. 

Y después de colocar más cuadros en diferentes áreas de compañeros, en especial de la Fundación de Medinaceli junto a José Luis, me tuve que retirar, pues entre otras cosas ya eran las 11 de la noche, tenía que volver andando al hostal, y buscar donde fuera un lugar abierto para cenar, que lo mio me costó. 

Al llegar definitivamente al Hostal estaba literalmente "reventado", pero al mismo tiempo feliz por la increíble experiencia de aquel primer día de montaje. Al día siguiente sobre las 9 de la mañana debía volver para perfilar el montaje de mi "área", y prepararme para la inauguración que sería sobre las 11. 

Caí rendido en brazos de Morfeo, en su reino del sueño, satisfecho y contento. Había sido genial.